El frío acero contra el interior de la mejilla y el sabor de la pólvora en la lengua. Tirado en el suelo de aquel oscuro y maloliente callejón su fin se acercaba
-¿Unas últimas palabras?-preguntó el asaltante con voz fría
-¡No se vale matarme, soy huevito!- farfullo a gritos la asustada victima
El asaltante pareció confuso por un momento, pero entonces tiró el arma y saliendo corriendo chilló:
-¡ESTA BIEN, PERO AHORA TE LA LIGAS TÚ!
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