viernes, 23 de mayo de 2014
El poema que jamás te leere
Madrid es solo una gran ciudad
cuando quedamos y no es para sentarme en tu regazo.
No puedo echarte nada en cara,
porque la sonrisa que se dibuja en la mía
se mantiene solo porque tu niño interior
se ha quedado columpiándose en mi mandíbula.
Pierden las vistas las azoteas
de esos edificios de Madrid
que te parecen tan feos y monótonos
para ahorrarse un ``te lo dije'', un ``has vuelto a llegar tarde'', un ''las malas costumbres nunca se pierden''.
Van mis manos a más 100 kilómetros por hora,
mientras mi cabeza sigue empeñada en tocarte
y busca un pretexto para hacerme merecedora de un pedazo del pastel.
Te he convertido en laberinto,
donde solo yo me pierdo.
No me quedan bengalas,
ni más espacio en la piel de las rodillas para que haga costra.
Juro que en el próximo paso en falso que de,
saco un curso de la CCC sobre cómo convertir el interés en obsesión.
No os preocupéis, de regalo incluye un botiquín de primeros auxilios
con paracetamol, estetoscopio y pegamento.
Resistirse a la amargura de lo que está por llegar
viene a ser lo mismo que vivir de recuerdos; y lo sé.
Me gustaría conjugarte de carrerilla el verbo amar,
pero me falta valor aún para firmar mi nota de suicidio.
No voy a tratar de entender el absurdo en el que estamos.
Ponme el caramelo en la boca
solo si luego lo saboreas conmigo.
No te molestes en cagarla,
que ya te he idealizado.
No es que esté loca,
es que la tragedia es la parte más importante de la evolución.
Además, nunca cabreéis a una pirada...
Golpearme con un bate o algo,
que requiero de inconsciencia.
Estoy famélica e hiperbólica.
Directa a la parte del insomnio,
sin recibir antes un solo sueño de compensación.
Tengo claro que una noche contigo
debe ser la definición de ''follar a carcajadas''.
Hace unos meses leí una frase,
creo que era de Escandar, decía:
''Ella fumaba hierba en la ventana, era como un cuadro de Dalí, pero con mejor culo''.
No pude dejar de repetírmela toda la tarde
mientras tú apagabas cigarros.
Joder, Impresionismo son tus manos
haciendo trucos de magia
con el tabaco y el papel.
Eres como el libro
del que sacan la película
pero que me sigue gustando más el libro.
Ojalá una pizza hawaiana en lugar de corazón.
Supongo que tengo una debilidad por los hombres enamorados de otras;
sino deja de ser poesía.
Ando descalza y destrozada,
escribiendo en braille sobre mi sexo
el algoritmo inexacto
que me haga parar de desear este nosotros.
Luego, el de las matemáticas eres tú.
Me gusta que presumas de lo que sientes
y no de lo que tienes.
Queda demostrado que para correrse,
no hace falta excitación física;
ni más de cinco minutos.
Léeme fuerte.
Cualquier parecido con la realidad
es pura coincidencia;
y provocación.
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Sublime.
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