lunes, 14 de julio de 2014
Veo humanos, no humanidad
Ya no puedo encontrarme.
Los telediarios nos lo dejan claro:
todos somos alemanes.
La misma calle,
el mismo bar,
la misma gente.
Es gente que no sale en los telediarios;
aunque igual en los de su mundo interior,
aunque igual la guerra más peligrosa
sea la de la poesía.
Juego a ser espíritu libre,
yo que siempre os tengo en cuenta,
que estoy a diario sometida al horario del autobús que va a Moncloa.
Que voy a Moncloa y siempre hago lo mismo.
Yo que quiero mezclar
hamburguesas con Cosmopolitans
y hacer pompas
con jarabe para la tos.
Ojalá aprender a entonar,
que nunca falte tabaco.
La vida pasa y seguimos igual,
la vida pasa y nos da igual.
En cualquier momento nos alcanza.
Me identifico con las catástrofes naturales,
los pasos de cebra
y esa hoja del libro que doblas
para no perderte.
PRECAUCIÓN: HISTORIA YA VIVIDA.
Estoy algo cansada de las señales en general.
Hemos asfaltado las calles a base de recuerdos,
alquitrán y nicotina.
El algodón nunca engaña;
el amor está en todas partes.
Le hacemos la vida a otros.
Preparamos el mundo para unos
que no somos nosotros.
Pies quietos,
gana el primero que se ría.
Aguja y dedal,
da tres vueltas.
Nada se encuentra en el caos.
Somos todos círculos tangentes.
Hablo de pentagramas, no de reglones
que Dios y yo nunca nos hemos devuelto las llamadas.
Tantos años de colegio de pago tirados a la basura.
(¡Ave María purísima!)
Me gustan los chistes fáciles
y las ilusiones ópticas.
Claro, me gustan vuestras sonrisas.
¿Qué ha sido de las pelis porno
que empezaban con un fontanero
o un repartidor?
Hay cosas que no existen,
por eso existe la trampa y el cartón.
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