lunes, 12 de octubre de 2015

Hace años que llegué al futuro


Te lo explico.
He querido tanto que perdí todo lo que tuve,
tanto que al final hablar de amor me pareció un término insignificante.
Tanto, tanto que aún no me he ido y me condeno a quedarme
porque no sé si quiero saber cómo sigue la vida después de tanto.

Me sobró con una noche para saber que quería sumar todas las demás.
A veces ''demasiado'' es solo una forma de hacerse daño.
Encontré el núcleo de los sueños y me fui despidiendo de cada uno de ellos.
Supongo habrán encontrado ya su lugar, uno que no era el mío,
pero prometo acabar encontrando mi sitio.

El resumen es que todo lo pido sin ofrecer nada a cambio.
No te preocupes, entre mis objetivos no está el de ser muy feliz.
Me vale con feliz a secas.

Las palabras nunca denotan empirismo
y es que querer no tiene que ser un verbo,
sino una forma de vida.

Te pido que me enseñes de cero cómo dormir abrazada a otro calor,
que el sudor con sudor se limpia.
Y me sobra todo lo que va después del ''quédate''
para darte una respuesta.

Si te lo juegas todo, nada es justo lo que te queda por perder
y unas manos vacías quedan abiertas de nuevo a todo.
Tiene que haber un equilibrio necesario.

Los prejuicios no son más que cañones en las comisuras de la gente.
Que aquí paz y después mil guerras,
con las sucesivas etapas que quieran venir.

Que yo prometo ser buena y portarme siempre según me dé,
si no me cubres las piernas de promesas y planes de evacuación.
Que de buena soy tonta, pero a las malas se escribe mejor.

A ver si el tiempo me pone en tu lugar.
Llegaré como siempre.
Más rota que nunca.

Si sonríes, prometo no interrumpir.
Con paciencia saldremos vivos de los besos.

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