miércoles, 8 de junio de 2016
Lo sé.
Te quiero y esas bobadas que digo
cuando te quedas mirando
y no sé muy bien qué decir.
Tengo fiebre en cada punto de contacto
y unas ganas que se abren paso
rompiendo desde dentro las costillas.
Tengo miedo,
pero debe ser el mismo que se siente
al saltar atado desde un puente o un avión.
O eso sabría si no fuera por este vértigo tan selectivo.
Piel de lagarta,
que no está dispuesta a cambiar este verano.
De tu sudor, mis escamas de sal.
Me siento como en esa canción de The Wombats sobre Joy Division.
Este beso es un disparo en la frente,
el último deseo del día,
una boca repleta de serpentinas
preparadas para salir volando.
Te quiero y esas bobadas que digo
cuando me canso de contar tonterías
y te miro a la cara
y entiendo que tú también lo entiendes.
Eres tierra.
Parece que te hubieran hecho
en uno de esos hornos de barro.
Yo con mi vocación de náufrago
y mis ganas de inundarte de mareas todas las noches.
Tierra firme.
Como si crear vida
fuera cuestión de mezclar polvo y saliva.
Como mis manos echando raíces sobre tu cuerpo,
esperando ser lo suficientemente fuertes.
Ya no me obsesiona el futuro,
porque tú eres y es ahora.
Porque cualquier plan B,
será también contigo.
Ojalá ser el caramelo
al que le quites siempre el plástico con la boca.
No hay nada que me dé más ganas de llorar en la vida
que saber que jamás podré hacerte el amor por primera vez de nuevo.
Te quiero y esas bobadas que digo
cuando te miro
y descubro que tú ya estabas mirando.
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