lunes, 29 de abril de 2013
Al ritmo de lo cósmico
Le gustaba bailar cada mañana desnudo junto al mar.La piel cuarteada por el Sol y restos de sal en el pelo,jugando a hacer equilibrios sobre las débiles olas de la orilla.Granos de fina arena entre los dedos de los pies.Los músculos cincelados en ébano inflándose a cada paso.Unas horas de intimidad en las que el cuerpo jugaba a ser libre.Todo un Universo cargado de ritmo,de danza.Como un sentimiento,un estado de su alma.Imaginaba al viento susurrándole difusas melodías y disfrutaba con la dicha del encuentro entre bailarín y música fusionándose en uno.Hijo de la Tierra en su estado natural.La brisa,el picante olor del mar,el graznido de las gaviotas,despertando cada uno de sus sentidos.Los ojos cerrados,visualizando en la oscuridad coreografías que él solo conoce.Una pirueta ahora, una allegro, un arabesque,unas piernas que se contorsionan con agilidad sobre el suelo.Nunca había oído hablar de la técnica,cada paso se alimentaba de visceral pasión.Un salto sur le cou-de-pié.El pulgar y el empeine desgastados,estirados de forma antinatural.La espalda contraída,echada hacia atrás,la cadera doblada,los brazos estirados con los dedos buscando el infinito y la cabeza reposando lánguidamente sobre el brazo derecho.Ahora brisé volé.Cada día,como una rutina.Un,dos,tres,un,dos,tres.Glissade.Sería un verdadero placer verle si aceptara público.Pero ¿qué dirían de él sus salados rufianes si se enteraran de que su rudo capitán pirata esconde un lado sensible al que le gusta perderse en el cosmos de la danza?.
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(El pirata bailarin. Doblando las palmas de las manos en un bras preparatorio, cuando ayer empuño el sable que atravesó humana cavidad, y destrozo una vida. Empeines estirados en mágica cabriola, que mañana calzaran bota de rudo cuero, y pisaran la garganta del triste vencido).
ResponderEliminarForma parte de nuestra vida interior, de cada uno de nosotros, de cada uno de vosotros. Tambien de aquellos. Todos tenemos nuestros secretos inconfesables, los bellos y los terribles. Y todos nacen de nuestro ser mas oculto, de nuestro ropaje mas nuestro.
Los bellos serán aquellos que no confesaremos por torpe vergüenza. Los terribles, los que siempre callaremos por miedo. Vergüenza y miedo de confesarnos ante aquellos que poseerán sus propios secretos; quizá mas terribles. E incluso mas bellos.
Bellos y terribles secretos. Unos y otros, serán tan nuestros, que ni en un pas de deux perfecto podríamos tratarlos. La coda final no tendrá publico…ni merito.