sábado, 16 de marzo de 2013

Te has enterado de que...



Esa sensación de que el dolor y la vergüenza te rasgan desde dentro el pecho luchando por ver cual sale primero.El Pasado es lo único que no podemos borrar, puedes intentar huir pero al final siempre acabarás tropezando contigo mismo.Comete un error y por pequeño que sea ya serás juzgado por la sociedad, tachado de persona poco ética a la que no vale la pena conocer.Es aquí donde entra la reputación,antes de que conozcas a una persona ella ya habrá oído hablar de ti, así son las cosas, siempre habrá una definición  que te preceda. Por compararlo con algo podríamos decir que la reputación es algo así como el agujero del ombligo, todos tenemos unos.Puedes olvidarte de ello y no prestarle atención, hacer como si no existiera pero por mucho que te esfuerces siempre va a estar ahí y te aseguro que alguien estará encantado de recordártelo.Somos así, chismosos por naturaleza...De hecho nos gusta tanto criticar que debería ser el deporte nacional, simplemente no podemos evitarlo supongo que es algo que llevamos en el ADN. El problema de todo esto viene cuando soban tanto tu Pasado que tu vida se convierte en una sucia ramera en boca de los demás.Puedes intentar modificar tu vida, tu forma de ser, buscar la redención, pero no servirá de nada porque ya te han etiquetado y esa etiqueta se te plasmará tan fuerte en la frente que al final acabarás creyéndotela, te rendirás y finalmente te convertirás en la persona que todo el mundo cree que eres y no en aquella que quieres llegar a ser. Así es la vida, nadie muere virgen porque en el fondo la realidad acaba jodiéndonos a todos, supongo que la solución es armarse de paciencia pues llegará un punto en el que ya no duela, ellos seguirán  pero lo único que estarán haciendo será pisar los restos de una persona que en el fondo ya esta rota...

4 comentarios:

  1. Con la crudeza de siempre, describes muy bien la "fama" de la persona. La llamas "sucia ramera en boca de los demas", en frase que apetece plagiar por lo magnifica que es, y lo expositiva que resulta. Aparte, ¿como somos en realidad?¿como nos ven?¿como nos vemos nosotros?...¿como quisieramos ser? No se te olvide, Smurf, que incluso los ciegos, que no ven, perciben a las personas por lo que estas dicen, hacen o muestran; luego el componente exterior de cada uno de nosotros es el unico elemento que tienen los demas para conocernos. Amamos a alguien por como es. No pretendemos cambiarlo o sacar de el cosas que supuestamente tiene dentro. Asi, solo amariamos a la persona que pretendemos, no la que es. Amariamos nuestra obra, no a la persona.

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  2. Emociona tu crudeza..lo que dices, es la clave de la vida...como te ven los demás y como te ves tú...nunca coincide y siempre te sorprenderá. Hace tiempo que decidí vivir como Yo creo que debo vivir y así cuando me equivoco, que es casi a diario, aprendo de mis errores que pero por lo menos son míos, porque cuando te equivocas haciendo lo que otros quieren que hagas, entonces, no aprendes solo reniegas...ánimo valiente! Tienes todos los ingredientes para construir algo bueno.

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  3. Pues, ¿que te voy a contar querida Smurf?, después de leer tu escrito. ¿Soplo literario, desde mi insolvencia en este arte?¿Análisis formal, desde…que perspectiva?¿Ejercicio de introspección, y comenzar a dar vueltas a lo que dentro llevamos y queremos expresar con el gesto ahogado, y ahora con la palabra?
    Describes la muerte en vida, y luego… la muerte.
    Y lo haces muy bien, Smurf. No es broma. Incluso no es normal para una estudiante de periodismo –ignoro el curso-, el dominio del lenguaje que posees, y lo que es más impresionante, el control absoluto del sentimiento escrito.
    Desarrollas un juego de sensibilidad al límite, sin confusión en el texto –es básico, pero jamás repites términos, evolucionas sobre ti misma, y apareces como un ya clásico y poco usado “diccionario de sinónimos y antónimos”, pero con una espontaneidad apabullante, real, sincera, gozosa-.
    Dicho de otro modo, es un placer para los sentidos, el leerte.
    Sin embargo, creo –y toco fondo, abandonando lo formal, que reconozco en tus múltiples escritos como cercano a lo genial-, creo, digo, que hay “sobreactuación” en el género y en su desarrollo.
    Me odiaras por esto que he escrito, pero esa es tu obligación –odiarme o peor, despreciarme- y padecer ese odio, es mi derecho (fíjate, que no lo he escrito al revés).
    Otro día me odiaras mas, -algo me adelantaste antaño al recordarme que el blog era tuyo-, cuando aborde en mis comentarios el fondo fibroso de tus palabras, como falto siquiera del relamido de la caña de azúcar. Ya llegaremos a eso.
    Pero hoy me centro en tratar contigo el exceso de pavor vital que trasladas permanentemente en tus líneas. En la genialidad (no es loa gratuita, es evidencia realista) de tus frases, abundas a mi entender en la parte oscura de la vida sin dar resquicio a los colores, no diré vivos, pero si al menos pastel, que rodean lo peor de nuestra existencia. De hecho, existe lo malo, porque existe lo bueno. Porque en el contraste encontramos nuestras verdades y nuestras mentiras, debemos ser generosos con la realidad y no ocultar ninguno de sus lados.
    Smurf, Madrid o cualquier ciudad tan triste o absurda como ella, recoge en la esquina mas insospechada un grupo feliz de gorriones que peleando por sus hembras, esta advirtiendo que la primavera está con nosotros.
    Con la garra de nuestras palabras, Smurf, que nos hace casi dioses, peguémosle un golpe brutal al padre de tu triste heroína, que probo de espaldas el húmedo asfalto, y gritémosle al Cielo, como un Tenorio embriagado, que no le tememos a nada ni a nadie. Y que ese grito de combate nos haga protagonistas, si, de la muerte, pero sobre todo, de la vida.

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