lunes, 25 de mayo de 2015

Ridículo


No me canso de repetirlo,
todo se remonta a segundo de Primaria
cuando le enseñé las braguitas por primera vez
a un chico a la salida del colegio.
No me toméis por bárbara o frívola,
que ''el juego de las casitas''
por aquel entonces
no iba de eso.
Pero no he vuelto a ver
mayor mirada de inocencia y admiración,
ante tan simple gesto,
durante los últimos años.

Supongo que el mismo gato
acabó matando la curiosidad
en otras braguitas,
posiblemente más breves,
y descubrió finalmente
que los bebés no viene de París
pero que hay mujeres
que sí encierran mundos enteros.

Y en esas estamos,
en la búsqueda de nuevas experiencias
y aún me llevo las manos a la cabeza
al descubrir
los distintos cuerpos del amor.
Y es que os puedo asegurar
que nada tienen que ver
el primer y el último chico
que me besaron.

Está claro que yo tampoco soy la misma,
pero aún a veces,
como en aquella primera vez,
se me abren los ojos como platos.
Supongo que hay ciertos milagros
que el cuerpo se resiste a perderse.

Creo que de nada sirve pasar los años
si no es para llegar con el cuerpo hecho polvo
y la misma sonrisa de antaño.
Nos ponemos una coraza contra el mundo exterior,
que lo entiendo,
que yo también soy un par de kilos de carne y hueso;
pero si nos besan
se nos escapan los fragmentos.

Levantamos barreras de expectativas,
inconscientes de que a nosotros
nos va a tocar escalar un Annapurna.
Para ser sincera,
siempre he sido más de Muro de las Lamentaciones
que de montañas.
Por eso de perder la cabeza
antes que las alas.

Y hablando de alas
¿qué os traéis con las clavículas?
A ver si entendemos que el hueso corta
y no hay suficientes bares para perder una vida.
Que sí, que de puta madre la poesía
pero un ''te quiero '' bien dicho y directo
te salva a tiempo de 5 poemas de desamor.

Cuidado, que ya os puedo ver juzgándome con la sonrisa cínica.
Yo me voy a seguir jugando a que me hagan daño,
vosotros podéis quedaros sintiendo lástima
por vuestros corazones rotos.

El mundo necesita más kamikazes enamorados.

Prometo enseñaros las braguitas siempre que sea necesario,
pero por favor,
intentad disimular la cara de decepción
cuando descubráis
que no tienen vistas a París.