sábado, 27 de junio de 2015

Mira mamá, sin manos


No sé cuantos se habrán cortado intentando recoger mis fragmentos por el camino.
Tampoco sé si lo correcto es pedir perdón o darles las gracias;
o simplemente acercarme su herida a la boca.
Ya lo dijo Tyler :''todos estamos hechos de la misma materia orgánica en descomposición''.

Donde vivo hay una niña pequeña con problemas mentales.
No sé si tendría que usar algún eufemismo para referirme a ello,
tampoco me importa,
una palabra no va a cambiar la realidad.

La oigo gritar todas las mañanas en el jardín con los ojos y los brazos perdidos.
Hay gente que la mira con hastío,
pero la mayoría son otros padres que la miran con pena y cierto alivio,
supongo que porque no es uno de sus hijos.

A veces, cuando coincidimos, me gusta poner música en alto.
No sé si porque la música amansa a las fieras
o porque entonces cuando agita los brazos parece que esté bailando,
parece que esté menos enferma.

La otra noche me acordé de ella mientras me atacaba una verborrea de palabras tropezando.
Y ellos me miraban también entre pena y alivio.
Porque siempre quieren verte bien,
pero nunca mejor que ellos.

A todos nos gusta creer en la superación,
pensar que mientras haya vida aún estamos a tiempo de triunfar.
Pero tengo el teléfono lleno de notas de auxilio y te quieros sin enviar
que demuestran que no lo he superado.

Muchos no recuerdo para quién eran.
Quizá fueran para mí.

Ya sólo sonrío a los libros,
el resto del tiempo enseño los dientes.

Me aburro rápido del juego de las felicidad,
pero podéis seguir tirándome de las comisuras.
Supongo que seguiré gritando y agitando los brazos
hasta que alguien, en vez de mirarme, me escuche
y venga a bailar conmigo con sus mejores zapatos de clown
o me diga que no me preocupe,
que sabe curar las heridas sin usar las manos.