lunes, 9 de febrero de 2015

¿Me lo dices o me la cuelas?





Amor en alta velocidad,
no somos más que corazones unidos por fibra óptica.
Nos enamoramos como quien empieza una carrera de fondo con un sprint
y nos arrastramos hasta llegar a la meta
con la espereza de acabar partiéndonos la boca
en otros labios igual de cálidos,
quizá menos cansados.
Por eso de seguir queriendo,
por eso de irse sin querer.

Da igual el orden de los valores,
lo importante es tener unos.

Abro el corazón al primer impacto de bala,
para quien quiera marcharse dando un portazo.

Pletórica y cachonda,
siempre es viernes debajo de mis bragas.
Soy polvo encima y debajo de la cama,
no me preguntes por qué llevo estas ojeras.

Colecciono dientes rotos y mariposas muertas.
Tengo un montón de fracasos
y no sé evaluar los resultados
porque cuando estudiaba Química
aún era virgen.

Prefiero finales bonitos que felices,
preferiblemente en la boca.

Sentirse solo es un de los sentimientos más infravalorados.
Llevo el corazón envuelto, no para regalo sino por protección
que ya lo he dado por perdido en mil inviernos.

Que alguien me diga si es la cuenta atrás para el despegue o la destrucción.

Crecer es aprender que un ''que te fallen''
es peor que un ''que te follen''.
Que no hay remedio para la rutina
pero que hay personas que son días de fiesta.
Que lo que duele de un lugar es siempre irse,
no las veces que volvemos a él.

Echemos la culpa a la gravedad de caer siempre en el mismo error.
Si una persona te hace llorar más de 7 veces ya no es esa persona, eres tú.

Los que ladran más que muerden son los que no follan
y lo infinito dejó de existir cuando decidimos darle forma.

Ya solo tengo fe en la reencarnación
y la esperanza de un reencuentro
en el que yo sea alguien nuevo.
Quizá mejor, quizá peor.
Quizá alguien que ni si quiera entienda lo que escribo.

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