sábado, 14 de febrero de 2015

Catorce vidas son dos gatos


Aún no os he hablado de ella, pero se llama Carlota.

Es capaz de convertir la montaña de Mahoma
en un grano de arena.
Es de todas partes y de ningún sitio,
por eso nunca sé en qué idioma,dialecto o silencio hablarle.

Fue a buenas o balas a primera vista,
a veces se enfada
y me entran ganas de estrangularle la vida,
pero es que el amor tiene que doler.

La quise antes de dejar que me devolviera el sentimiento
y es que en vez de cruzarse por delante, me cruzó por dentro.

Con ella tengo el mundo entero en un detalle.
Porque amar es también dejarse salvar.


Tiene el color de los recuerdos
y es curioso como a veces la amistad
se abre paso de entre los matices de las sombras.

Podría distinguirla entre un montón de primaveras.

Se llama Carlota y nunca os he hablado de ella.
Pero ya era hora, porque aunque a veces las palabras no lleguen a tiempo
ella es capaz de hacer lo que muchos no se atreven a decir .

Llegas
y no eres consciente de cuanto necesitaba un sol,
que entre tanta lluvia no salva,
pero da esperanza.




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