viernes, 2 de mayo de 2014

Antología poética del Siglo de Oro


Cien años es solo soledad cuando esa soledad no es compartida,
y a mi me pesan cada uno de ellos por culpa de las suposiciones que me he montado sobre ti y sobre mi, que me he montado de este nosotros que nunca será un nosotros.

Alguien me dijo una vez que deben de haberme hecho mucho daño para escribir así
y me faltaron huevos para responder que no hace falta estar jodido para escribir,
solo ver la poesía camuflada en tus ojos marrones.
Claro, tuve que darle la razón.

Que no me conoces ni veo posibilidad alguna de llegar a conocerte,
y es que si te miro, más que poniendo copas te veo encerrado en una gran torre de cristal de la que no me se la palabra mágica para entrar; el vidrio no se rompe a base de ganas.
Háganme caso, estos últimos meses me he sacado un máster en el tema.

No pecas de inocente ni de estar profundamente jodido,
pero tienes esa sonrisa de niño que se ha comido el último pedazo de pastel a escondidas
y eso corazón, permíteme el atrevimiento y el plagio,
sí que es un arma cargada de futuro.

Dicen que la duda es una puerta abierta a cualquier esperanza posible,
pero hay una distancia tan insalvable como intentar dar un abrazo al revés.

Tengo muy claro que el fracaso romántico lleva tu nombre,
que el insomnio solo es crónico después de ``dormir'' contigo,
que ando hecha pedazos,
que posiblemente te quiera hasta quedar en carne viva.

Se te ve tan a gusto en tu circo de leonas,
pero luego me acuerdo de lo bien que se te da rimar la palabra amor
y solo tengo ganas de decirte que prometo no ser complicada.
Que si se nos hace de noche,
prefiero pedirte que me bajes las bragas antes que la Luna.

¿Puedes fingir que te importo por favor?
Y es que en mi opinión, todos somos invisibles hasta que alguien decida demostrarnos lo contrario.
Puedo quemarme todo lo que tú quieras,
que lo único que me da miedo es no querer volver a encontrar el camino de vuelta.
Cualquier día hago las maletas y me quedo;
avisado quedas.

En verdad que no hay fronteras si nunca decides parar.
Pero bueno, lo que tus ojos quieran.
Total, estoy en edad de desmerecer;
al final acabaré tomándote, enserio.

He dejado de saber lo que realmente quiero decir cuando me pongo a hablar de ti,
lo que es una putada porque me parece que te has convertido en mi cuento ``para no dormir'' favorito,

El resumen de todo es que te vayas, que he empezado a necesitarte.

2 comentarios:

  1. Sé de una que necesita una margarita para deshojar y el recuerdo de lo que se siente cuando te desnudan sin prisas en la más silenciosa noche.

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