lunes, 8 de abril de 2013

Nada más puedo decir...



Fugarme contigo en un descuido, dar un suspiro a la dura soledad ; hacer las maletas y acordarme de meter los sentimientos. Romper los manuales, los límites de las emociones y dejar por fin que todo fluya con naturalidad.Dejar de fingir,de forzar las cosas, que todo sea sencillo y sincero.Recomponerme, encontrar un sitio entre tus brazos y que la ducha deje de empaparme de cal .Tus manos clavándose en el hueco de mi espalda y las sabanas hechas un burruño a nuestros pies. ¿Qué puedo decir? cada visita tuya es un paréntesis en la rutina, una razón para relajarse y sonreír, mercromina para el dolor.Que soy fan de tus vicios,de tu desorden, de tus ansias de huir, de la manera en que te lames los labios antes de fumar, del humo que sueltan tus besos.Se me asfixia el corazón al verte cansado ya de vivir de recuerdos. Vuelve, dame la dosis de ti que me pertenece y acaba con el incomodo mono por tu piel que se derrite cada amanecer en mi garganta. Puede que estés harto de esta manía de echarte de menos, de los cambios de humor,de los ``te quiero'' suicidas, pero ¿qué mas da? posiblemente nunca leas esto. Nos vemos pronto, que te vaya bonito...

1 comentario:

  1. Comentaba ayer en otra de tus entradas, con critica sana (envidiosa de cómo escribes) y viento a favor, las líneas formales en las que nos llevabas a los lectores a ser …chicos formales. Casi se leía en tu escrito que quemáramos nuestras banderas, que la preocupación no desayunara con nosotros y nos marcara el tránsito de la jornada. Que fuéramos felices y ordenados. Que no fuéramos nosotros, que no sufriéramos. Que nos peináramos con raya y gomina, y la corbata bien anudada. Maquinas tan monas y tan bien educadas. Me vengue llamando a todo eso –y más, que ya hablaremos- …triste felicidad empaquetada.
    Ahora que está de moda el ser feliz, a costa de nuestra propia esencia. La nueva escuela que amable nos orienta a ser felices a costa de nuestra salvaje juventud -que sabía gritar lágrimas y llorar a gritos. Reír a carcajadas y soñar cien mundos. Y …por ello era tan bella–. Esa juventud que otros (quizá no tan jóvenes y quizá por ello) la quieren dominada y bien entrenada. Felicidad pulcra y bien presentada.
    Pero surge de nuevo Smurf vital y expansivo, que nos habla de romper manuales y dejar sin límites las emociones. Que nos habla la grandeza de los tiernos vicios, del amoroso desorden. Surge la Smurf que nos recuerda que todos tenemos un bello hueco en la espalda, donde esperamos se nos clave nuestro ser amado de siempre.
    (Hace poco, Smurf, una mujer amada y entroncada en mis canales rojos sin remedio, pero ya ajena a mí y de otro enamorada, mientras se alejaba me reprocho con cierto hastío y gran desgana, ante una ingenua salida de tono mía, un “…siempre en tu línea, Frisco…no cambiaras”. Hasta hace poco transgresora de lo más básico de cada día, y de grandeza soñadora de mil historias a cual más bella, me despidió con la docencia advenediza de doctrinas formales recién aprendidas. Debería leer tus escritos, esta bella damita que fuera mía, y empaparse, Smurf, de tus misterios desvelados, de tu sensibilidad fiel a ti misma, de tu inteligente anarquía, de tu increíble poesía).
    (Y que fuera yo para ella, como plantea tu heroína de hoy de su amante intermitente, mercromina para su dolor, y paréntesis de su rutina)
    (Aunque a este espíritu confundido, solo le queda refugio en su “burruño de sueños, cálidos y suaves, antaño burruño de cuerpos amados)(Es homenaje al término “burruño” –otros lo llaman “buruño-, tan querido por mí, que antes has usado)

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