domingo, 7 de abril de 2013

YOUNG, WILD AND FREE


Por muy bien hechos que estén los puntos de sutura a veces sin pensar me da por evocar de manera visceral recuerdos del pasado. Confieso que me siento orgulloso de haberme conocido, posiblemente muchos de ustedes me tacharían de loco si supieran que fue de mi en aquella brillante época de mi vida, pero en el fondo, ¿ no consisten en eso las primeras Primaveras de todos? ¿la juventud?. Me dejé enloquecer por la vida, por las ganas de hablar y de salvarme del marchito bostezo, de los lugares comunes. Busqué arder en la intensidad de cada momento, me perdía en la incertidumbre,la casualidad,jugándome mi destino muchas veces a cara o cruz. Me gustaba guiñar el ojo a damas desconocidas y beber hasta ser capaz de mantener una conversación interesante conmigo mismo.Buscaba unos labios capaces de hacerme perder el juicio y cada noche notaba golpeándome contra el corazón el último tic-tac de los relojes rotos que dejé por el camino. Me convertí en un verdadero pirata, en un peregrino y aunque quizá no se lo crean aún aveces me gusta salir al balcón en  las tibias y claras noches de verano para embeberme los vientos y soplar las estrellas que parecen arder como fabulosos cohetes amarillos que explotan creando largas arañas sobre el fondo negro de la dulce y compacta oscuridad.







3 comentarios:

  1. Le lanzas al lector a que repase su vida, mirando de perfil los apuntes de la tuya (de la que tratas). Pobre del que no haya experimentado la locura de la vida, del que no se la haya jugado tantas veces, del que no haya roto relojes alguna vez, …del que no haya sido un reloj roto también.
    Lo que yo me pregunto es si no es terrible fijar la perspectiva, creernos lejanos en el tiempo, mirarnos como aquello que fuimos y “esto” que ahora somos.
    Creo que debemos ser capaces de mirar al destino a la cara y medir las fuerzas con él, en pulso abierto, franco y deportivo.
    El héroe de tu relato se ve al tiempo como pirata y peregrino. Solo déjame elegir a mí.
    Al primero, al pirata, a mi pirata, lo veo como el poeta que lo ensalzara, libre, alegre y de vuelta de amarguras. Que nada se pregunta porque sabe lo que necesita saber, que es el, que vive. Que desgarra cada día como si fuera el ultimo, y llora feliz sus bellos recuerdos y los hace esperanza de futuro. Que tiene a Dios, por justa bandera, pero que supo también desabrocharse ese botón que marco línea sin complejo. Que dio de comer a los pobres llevándoles a casa. Que leyó a Kipling y a Baroja, y que educado entre príncipes, fue conocido en las tabernas más sórdidas de la ciudad, y del puerto. Capaz de los gestos más nobles. Y de los más terribles castigos. Que, enigmático sonrió cuando, entre mujeres, hubo de elegir entre el amor divino y el amor profano…
    El peregrino es alma tibia. Todo lo busca y todo lo llora. Al llegar la noche busca refugio, no viendo la oscuridad como compañera. Temeroso del presente no concibe el futuro. Solo espera. En su movimiento lento, se fija demasiado y acaba viéndose a él solo. Se protege con mil mascaras de otros caminantes. Y busca en las historias de los demás su propia historia, si puede ser, mejorada.
    Vale, de acuerdo, Smurf. Todos somos algo peregrinos y algo piratas. Algo Ulises, buscando el regreso a Ítaca.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todos somos algo peregrinos y algo piratas. Algo Ulises, buscando el regreso a Ítaca. Permiteme que te robe esta frase algún día en uno de mis escritos porque la única palabra que se me ocurre para ella es ``sublime´´

      Eliminar